¿Ya es hora papá?
- Tere Guerrero
- 21 nov 2023
- 2 Min. de lectura

La Biblia tiene entre muchos temas de relevancia, uno que yo amo, y vas a estar de acuerdo conmigo: “Nuestra esperanza de la redención final”.
Toda la creación anhela la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, porque el viene a restaurar y dar vida.
Acontecimientos desalentadores como la guerra, hambre, violencia atroz, etc. nos pueden infundir temor e inseguridad, pero la Palabra de Dios, una y otra vez nos consuela y anima. Nos habla de la esperanza gloriosa que aguarda por nosotros.
1ª Pedro 1:3-7 dice:
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.
Aquí vemos algunas hermosas verdades para nuestro gozo y alegría:
- Él nos hace nacer de nuevo, por la resurrección de Jesucristo.
- Tenemos una esperanza viva.
- La certeza de recibir una herencia eterna.
- El poder de Dios nos protege.
- Tenemos gran motivo de alegría.
- Las pruebas que sufrimos hoy en día son temporales.
- Nuestra fe es más valiosa que el oro.
- Jesucristo vuelve y se revelará de nuevo.
Cuando mi hijo mayor era pequeño, usualmente su papá lo iba a despertar en las mañanas para ir al kínder. Cuando papá le hablaba para levantarlo, él abría los ojos, de buen humor y siempre con la misma pregunta: “¿ya es hora papá?”
Recordar como mi hijo dormía pacíficamente, confiado en que papá lo iba a llamar a la hora indicada para levantarse para ir a su amado kínder, me invita a tener la fe y actitud de un niño, a descansar en las promesas de mi Padre celestial quién es rico en misericordia y vendrá algún día a despertarme para llevarme al hogar eterno, y yo le preguntaré feliz: “¿Ya es hora papá?”
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