Tengo prisa.

Se que se me acaba el tiempo, cada minuto de mi vida lo quiero estirar y aprovechar al máximo, tengo urgencia por compartir, por hablar a todos de las buenas nuevas de salvación.

Se me agota el tiempo y esto es real. Dice el viejo proverbio chino “Vive cada día como si fuera el último, porque algún día le vas a atinar.”

Sé que esta vida es un regalo maravilloso, también que es breve y efímera, no estoy en esta tierra con el propósito de estar casada, tener hijos, viajar, hacer una carrera universitaria, ser rica o famosa.

 La Biblia dice que somos peregrinos y extranjeros, no permaneceremos por siempre en esta tierra.  El propósito mayor y verdadero mientras estamos de paso por aquí en este mundo es darle la gloria a Dios en todo momento, en todo lo que hagamos, digamos o pensemos.

La humanidad está completamente perdida en sus propios delitos y pecados y por ese motivo todos los seres humanos merecemos el castigo eterno, separados de Dios, nadie puede hacer nada por su propia cuenta, estamos en severos problemas.

Esas malas noticias no se quedan así, Dios le concede la bendición y privilegio de compartir las buenas nuevas de salvación a todo aquel que decide creer en Jesucristo como Salvador personal.

Él en su infinito amor, misericordia, gracia y bondad proveyó la solución para cambiar nuestro destino eterno. Cristo vino a la tierra, despojándose temporalmente de su gloriosa posición, haciéndose semejante a nosotros, tomando nuestro lugar y muriendo por los pecados de todos nosotros.

 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;  y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

1ª Corintios 15:3-4 

 Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Romanos 5:8