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La voz de Dios.


Desde mi juventud he cantado en los coros de iglesia, o grupos de alabanza, pero hasta hace poco me he empeñado en desarrollar más mi oído musical para cantar la segunda voz de las alabanzas, esta segunda melodía es la que acompaña, enriquece y adorna a la melodía principal.


Se trata de seguir una melodía secundaria que por regla general no debe sobresalir de la principal por lo que, a mí, me suena lejana y bajita, en medio de la primera voz que es más sonora y es la que toda la gente canta con voces fuertes y seguras y generalmente es la más fácil de seguir.


Así que mi reto es bloquear dentro de mi cabeza la voz principal y buscar la nota que corresponde a la segunda voz, cuando la identifico, salto de gusto porque es cuando puedo seguirla.  


Para cantar segunda voz, se requiere de concentración, atención, oído entrenado, pero el ingrediente principal es práctica, práctica y más práctica.


Encuentro una poderosa analogía para mi caminar con Dios:


Busco la voz de Dios en medio de muchas otras voces que me susurran o a veces me gritan ¡ven por aquí!  ¿para qué te complicas? ¡ven por el camino fácil! Es el camino que todos siguen, está más ancho, es más divertido, etc.


Así que mi oración y deseo es seguir practicando cada día de mi vida la obediencia para escuchar la voz de Dios, a veces me he equivocado siguiendo otras voces, escogiendo el camino más cómodo, pero de ahora en adelante, deseo dar lo mejor de mi para agradar y glorificar a Dios, seguir la voz de mi Pastor, no importando cuanto me cueste, ser una oveja que solo responda a Él.


“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no

perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.  Juan 10:27-28

 

 

 

 

 

 

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