La maleta de la eternidad.
- Tere Guerrero
- 21 nov 2023
- 2 Min. de lectura

Comúnmente oímos que la gente dice que no llevaremos nada al cielo, que nos vamos desnudos de esta tierra hacia allá, pero si estudiamos la Escritura nos damos cuenta que eso no es del todo verdad.
Como creyentes debemos tener conciencia que toda acción que realicemos en esta tierra tendrá un eco en la eternidad, sea buena o sea mala.
La Biblia nos habla del tribunal de Cristo, en donde todas nuestras obras serán evaluadas y pasadas por fuego.
En efecto, nos llevaremos a la vida eterna lo que hayamos hecho y voy a hacer la analogía con una maleta. En esa “maleta” que llevaremos hacia la eternidad cabrán las obras de oro, plata y piedras preciosas.
Personalizando la maleta, me voy a llevar primero que nada, las arras de la herencia que Dios me ha prometido, mencionadas en la primera epístola de Pedro capítulo uno; la cual será real en la siguiente vida, que entre otras cosas incluye una morada especial solo para mí.
Empaco cada día mi esperanza viva, la que me mantiene aquí, incluyo mi fe que es única y en esta tierra voy cultivando a través de las pruebas, pues gracias a esas dificultades, Dios ha forjado en mi un carácter cada día más parecido al de Jesucristo.
Incluiré en mi equipaje mi identidad, mi individualidad, mi carácter.
No seré un robot ni una creación en serie. En esa maleta llevo gozo y alegría inefable que Dios me da, no negando que a veces me faltan, cuando me siento desfallecer en medio de mis problemas y adversidades.
¡Me voy a llevar en mi maleta la enorme satisfacción de las almas que se salvaron porque contribuí siendo obediente compartiéndoles el evangelio! Siendo testigo de Cristo, en ese hermoso equipaje irá mi testimonio.
Seguramente existen más tesoros escondidos que poco a poco empacaré en esa petaca hacia la eternidad. Todas las promesas que Dios me ha dado son garantía y serán hechas efectivas allá.
Aclaro que reconozco que el que me dio el pase a la eternidad fue Jesucristo al derramar su sangre preciosa y morir en mi lugar en una cruz en el calvario, y resucitar al tercer día. La salvación es absolutamente obra de Dios y en ello lo único que aporte fueron mis pecados.
Lo más grande y que ocupa más espacio en mi petaca, es la inmensa expectativa de encontrarme con mi Creador y Padre celestial cara a cara, ver a mi Salvador con sus marcas en su cuerpo y poder abrazarlo y agradecerle su inmenso amor por mí al venir a salvarme, y al Espíritu Santo poderle agradecer en persona su inmensa sabiduría, acompañamiento y convencimiento de pecado que me dio en esta tierra.
Ese es el viaje que más anhelo realizar, el de la eternidad y ya estoy haciendo mi valija.
¿Estás preparando tu maleta para tu viaje final?
Commentaires