¿Cómo llevarte bien con tus hermanos varones?
- Tere Guerrero
- 4 dic 2023
- 2 Min. de lectura
¿

Alguna vez has tardado más en caerte, que en lo que ya estás de pie? Yo sí, muchas veces, cuando era niña y adolescente, cuando me caía me levantaba del suelo de volada por la vergüenza de mi torpeza; me caía de la bici, la patineta, los patines, la avalancha, etc. Siempre me la vivía en el suelo, pero era feliz, porque salía a jugar con mis hermanos.
Siempre estaba con las rodillas raspadas ya que no era nada ágil, pero sí era intrépida para jugar con ellos; la combinación de ser torpe, por un lado, pero atrevida por otro me generaba siempre raspones y torceduras, pero vivía muchas aventuras.
Les pregunté a mis hermanos Ricardo y Adrián cómo percibieron haber tenido una hermana en medio de ellos. Me dijeron que fui una niña de gran imaginación, ruda, solidaria, divertida, consistente y perseverante, no me dejaba de nadie.
Jugábamos con las Barbies y el Kid Acero, a veces a la familia, pero otras tantas veces los mismos juguetes eran enemigos entre sí; también armábamos casitas de palos. Éramos hijos de la calle, allá en la ciudad de México, en las décadas de los setentas y ochentas.
Posteriormente en nuestra adolescencia me celaban de los posibles galanes que me rondaban.
Ser hermana sándwich en medio de dos varones, me ha ayudado a ser flexible, realista, impetuosa, tosca, menos sentimental y a nunca ser la niña que soñaba con el príncipe azul, más bien estaba alerta para no mostrarme vulnerable delante de mis hermanos y sus amigos.
Fortalezas de ser hermana de varones:
1.- Te haces una persona adaptable.
2.- No te sientes princesa, sino una guerrera.
3.- Te haces solidaria.
4.- Tienes guaruras que te cuidan y protegen.
5.- Tienes capacitación gratuita en deportes extremos.
6.- Tienes amigos en casa que te ayudan a socializar con el sexo opuesto.
7.- Aprendes que llorando no ganas nunca.
8.- Tienes los pies bien plantados al suelo.
9.- Aprendes a defenderte.
No encuentro ninguna desventaja de tener 2 hermanos varones, pues mi niñez y adolescencia fueron muy emocionantes. Aprendí viviendo en medio de dos hombres que la vida no siempre es color de rosa, no hay historias tipo Walt Disney.
Lo que debo reconocer es que no era muy femenina que digamos. En la adolescencia poco a poco abracé esta parte tan importante de ser mujer. Cuando conocí de Cristo a la edad de 20 años, definitivamente tuve que trabajar empapándome en la palabra de Dios para equilibrar estos aspectos toscos, que ya no eran necesarios en mi carácter; sigo trabajando en que Dios me haga una persona cariñosa, afable y femenina.
Gracias Adrián y Ricardo Guerrero por ser mis compañeros de aventuras.
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