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A mi fisioterapeuta con cariño.


Cuando descubrí tu profesión y el benéfico efecto que tiene en mi cuerpo, fue como un oasis en un desierto, pues antes vivía en el viacrucis del dolor crónico.


Gracias por tu amoroso trato y tus sabios consejos, me has enseñado a llevar una vida multidisciplinaria. Ahora sé, cuán relacionados están mi cuerpo, alma y mente; y que debo tener un balance positivo en todas las esferas de mi ser.


Contigo aprendí a celebrar los nuevos logros. Ya no soy la de antes y nunca lo seré, ahora soy mi nueva versión, con algunas cicatrices que tú me estás ayudando a cerrar. Tú entiendes lo que significa la pérdida de la salud: “modalidad anterior” y me enseñas a abrazar la “modalidad actual”.


Gracias mi querida fisio, porque la mayoría de los días, eres la única persona que conoce mis padecimientos. Sé que nadie me entiende como tú lo haces, estudiaste esta carrera universitaria por amor a los que padecemos estas penurias.


A veces el dolor prolongado doblega mi alma, mente y por supuesto mi cuerpo, y tú amada fisio, eres la clave para equilibrar y sobrellevarlo. ¡Tu profesión es tan maravillosa! ¿Cómo el mundo se las pudo arreglar tantos años sin ti?


¡Eres para mí la diferencia entre la desesperanza y la cordura!


Eres mi huesera, levanta-muertos, amiga, consejera, psicóloga, confidente y tanatóloga; eres mi paño de lágrimas, me comprendes en mi lucha diaria contra el dolor, la rigidez, falta de fuerza, resistencia, movilidad; también en mi estrés y cansancio.


No me dejas caer, me retas a esforzarme cada día más, un estiramiento más, un ejercicio más, una terapia más, a veces me haces llorar de dolor y otras ocasiones me sacas la sonrisa y después llegamos a la carcajada, con la cara mirando hacia el frente para salir adelante juntas.


Es maravilloso observar a otros pacientes que vienen a ti con lesiones por deporte, algunos por accidentes; y con las terapias poco a poco se van fortaleciendo y salen de su dolor para volver a su vida normal.


Cuantos ancianos has ayudado a volver a ponerse de pie y caminar, ¡es espectacular!

¡Cuantos enfermos de gravedad has ayudado a que sea más llevadero su angustioso tiempo en cama!


Otros somos pacientes frecuentes, de los que tenemos calendario, tarifa especial, y sala VIP, ya que con más frecuencia te visitamos para que nos hagas alineación, balanceo y un mantenimiento general, de vez en cuando.


Nunca me cansaré de agradecerte por tu hermosa y noble profesión, y le doy muchas gracias a Dios porque con el avance de la ciencia se han descubierto estás maravillosas ramas de la medicina, a la cual dignamente representas.


Por cierto, ¿Me das una cita?…




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